Odre profundo para el vino nuevo,
entraña reciente de la madre tierra.
Azogue de piel para el néctar que encierra
la sal de la vida, su eterno consuelo.
Copa ofrecida a la flor del abismo,
rito incesante que a los dioses invocas,
tú que en los labios más bellos su fuego provocas
y es ofrenda y es breve su dulce erotismo.
Espíritu y cuerpo de la tierra riojana,
espléndida y grave, crujiente y serena,
las puertas que abres ya nunca se cierran.
Así en tus viñedos el sol de desgrana,
y el jugo del tiempo se cuaja y se llena.
Recibe hoy a Chuty, que en ti se destierra.
Daniel Casado
www.danielcasado.com
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