lunes, 30 de agosto de 2010

Los zancos virtuales

La Rioja me ha atrapado desde hace meses en una espiral de relaciones e ideas que no deja de dar vueltas en mi cabeza.

Desde el momento en que escuché hablar de este concurso me imagino caminando por esa tierra con nombre de vino, armado con la tecnología 2.0, recorriendo pueblos, visitando bodegas y disfrutando de la gran oferta turística.

Hace años visitamos esos parajes, su recuerdo vago y lejano resuena todavía en algún lugar de mi mente.

Sigo dándole vueltas, subido en los zancos de la red, con la premisa de un año que pasará a la historia de un solo elegido, protagonista de esta odisea sabática. No dejo de pensar en los danzadores de Anguiano, que desafían la gravedad y la fuerza centrífuga, arropados por el pueblo que los aclama como héroes.

Me imagino en sueños ese momento de tensión y fervor, cuando las dulzainas y el tamboril anuncian el descenso por la cuesta. Ajusto mi cámara para disparar una secuencia de fotos a alta velocidad, sin tener apenas referencia de lo que puedo llegar a captar en ese momento fugaz.

La vida no deja de ser una espiral peligrosa e impredecible en la que danzamos girando en un universo inmenso, donde las fuerzas nos sostienen al tiempo que nos precipitan a lo desconocido. Una continúa prueba de madurez, que tenemos que superar cada día hasta llegar a la plaza mayor de nuestra propia vida.

Contemplo el cielo estrellado en esta calurosa noche y observo los planetas que giran a cámara lenta a través de mi telescopio, en busca de un referente astral que me inspire. Todo gira, como decía Franco Battiato, y solo lo que se para deja de existir. La vida es movimiento.

Los electrones orbitan el núcleo del átomo como planetas de un sistema solar al que no podremos viajar nunca. Nos confirman que estamos atrapados en una realidad cíclica en la que el único apoyo, el único seguro de vida son nuestros compañeros de viaje.

Me vuelvo a asomar a la red, mi ventana mágica. Desbrozo unos correos inútiles y en la cosecha del día separo a las personas, la verdadera materia valiosa. Las redes sociales son, en este momento de frenesí tecnológico, la panacea del encuentro remoto y me siento tan cercano a mis amigos en la distancia…

La vida se detiene un momento con la llegada de un equipo de televisión, dos reporteros de mi canal autonómico y compañeros de profesión. ¡Cámara!. ¡Acción!. Empieza el rodaje y todo vuelve a girar con la urgencia que exige este medio. Nada mejor que hablar de lo que conoces, de lo que te apasiona, con la seguridad y el convencimiento de tener a todo un pueblo a tu lado.

Esta tarde veremos el resultado. Inmersos ya en otro proyecto, que se encadena a otro en una espiral sin fin, dibujando el día a día del danzador de la red: un oficio nuevo donde el verdadero peligro es quedarse solo.



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